La integridad, la dignidad y la autonomía, son tres valores que van inherentes a la persona y que todos tenemos el derecho de poder disfrutar, incluida la libertad de tomar las propias decisiones, y la independencia de las personas, reconocidos entre otros, por la Convención de las Personas con Discapacidad o por la Ley 39/2006 sobre la Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia.
Disponer de autonomía resulta fundamental para que cualquier persona tenga una vida plena y satisfactoria. Pero la autonomía “real” va más allá de aprender a hacer actividades de la vida cotidiana, tales como vestirnos, ducharnos, comer o hacer la compra. La autonomía personal también se relaciona con la posibilidad de entablar relaciones con otras personas, desenvolverse en la sociedad y tomar decisiones por uno mismo.
Pero, ¿cómo podemos fomentar dicha autonomía de las personas con discapacidad?
Promover la autonomía es básico para mejorar su calidad de vida y aumentar por consiguiente su autoestima. Y es que una discapacidad afecta a todos los ámbitos, tanto familiares como laborales y sociales. Sin embargo, no siempre es tarea fácil, pues aunque este colectivo pueda conseguir todo lo que se proponga, deben ser conscientes de que, para hacerlo, necesitan ayuda y apoyo de terceros o invertir más esfuerzos y tiempo para lograr sus objetivos.
Por otro lado, la relación entre autonomía y dependencia a veces está condicionada por un tercer elemento: la autoestima. Ésta es fundamental para su mente y estado de ánimo, por lo que deben estar en forma para superarse y vivir con la mayor “normalidad” posible.
Y qué mejor actividad para fomentar la autoestima de las personas con discapacidad que con la práctica de deporte. Esta actividad juega un papel muy importante en la inclusión y autonomía de las personas con discapacidad. A través de esta práctica se desarrollan tanto valores físicos y sociales como psicológicos debido a que, reduce el estrés y mejora tanto nuestro estado de ánimo como autoestima. Además de desarrollar diferentes habilidades personales, como trabajo en equipo, cooperación, amistad, superación de retos personales, autorrealización, etc.
En definitiva, el deporte y la actividad física también pueden desarrollar un sentimiento de libertad para las personas con discapacidad, permitiendo así una manifestación de infinidad de emociones que necesitan mostrar, como cualquier otra persona.