Marcamos la fecha en el calendario de ese fin de semana para ir con toda la familia, un viaje por la sierra de Albacete. ¡que ganas teníamos¡¡¡

Íbamos a estrenar la caravana que compramos de segunda mano, hace unos meses en una feria de campismo en Elche.  Estuvimos visitando muchos stands  para conseguir alguna que nos acomodara.  El reto, entre otras muchas cosas,  que tuviera un mínimo de accesibilidad,  ya que nuestro hijo  Pedro tiene una discapacidad motora, y necesita silla de ruedas para desplazarse.  Fue una auténtica odisea, y comprobamos que en este sector de las caravanas, al igual que en otros, es muy difícil lo que pedíamos. Se podría hacer, sí, pero con un coste elevadísimo que no podíamos asumir.

Ya estamos francamente casados de dar vueltas, y estuvimos a  punto de tirar la toalla, porque no nos encajaba nada, hasta que en el último stand, nos atendió un señor amabilísimo,  y nos dijo que él  podía tener lo que buscamos. Entendía perfectamente las dificultades y nuestra situación, porque en su familia había una persona con discapacidad.  Era un caravana que ya tenía unos años, pero en perfecto estado de conservación.  Nos explicó que necesitaba un poco de tiempo para adaptarla en su taller.  Cogió nota de todos los detalles, rampas, medidas para acoplar la silla, adaptar el cuarto de aseo, las camas, la pequeña cocina,  espacio en la parte trasera para agarrar la bici…. Ya el remate de los detalles, dejar un hueco, para el descanso de MIAU, nuestro gato. Como se suele decir en estos casos, se nos apareció la virgen por conocer a este señor.

Estamos realmente nerviosos, porque la entrega tardó más de lo esperado. Nos comentaron que junto a la reforma,  necesitaba homologar algunos elementos para pasar la inspección de manera favorable.

El día llegó. No podíamos creer lo que estamos viendo. Perfectamente equipada y adaptada para nuestras necesidades.  Nuestro hijo Pedro, no paraba de llorar por la emoción.

Ya estaba todo preparado y  dispuesto para realizar la primera escapada a nuestra querida sierra y acampar cerca de los Chorros, con nuestra flamante caravana.

Ese fin de semana daban lluvias y tormentas, pero no nos dio pereza, porque teníamos mucha ilusión de estrenarla.

El viaje realmente se nos hizo corto, por la novedad, y porque estábamos deseosos de llegar a nuestro destino. Cuando llegamos al atardecer, las nubes eran realmente amenazadoras y adornadas con un poco de lluvia.  Había llovido durante toda la semana y la zona realmente estaba embarrada.   Primer susto, BAN¡¡¡, la caravana se encalló en el barro y no podíamos salir, las ruedas empezaron a patinar y no avanzábamos.  Esperamos un rato  para relajarnos un poco.  Era un momento tenso.

Abrimos la ventana para tomar un poco de aire,  y pensar como lo hacíamos.

Para nuestra sorpresa, el primero que salió fue MIAU, haciendo FÜ, dejando las huellas por todo el barrizal. Fue un paseíto rápido porque se asuntó y volvió hecho un desastre y manchando con sus pies la impecable caravana.

No fue lo mejor para empezar. Pero llegó  ese punto de suerte que se necesita en algunos momentos. El señor del todo terreno que estaba junto a nosotros, que vio la situación, nos echó una mano, la arrastró hasta una zona más adecuada, que agradecimos profundamente.

Ya una vez instalados, empezó a abrir el cielo, y nos mostró una luz increíble, el olor a tierra mojada, la naturaleza en todo su esplendor,   todos juntos, ideal para disfrutar del fin de semana que no olvidaremos jamás.

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